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miércoles, 21 de agosto de 2019

Estamos acabando con este planeta


Los seres humanos somos la única especie viviente en este planeta con la capacidad de razonar. Se supone que eso es lo que nos ha puesto por encima de la escala evolutiva en relación con todos los demás seres que habitan en esta Tierra.

Sin embargo, cuando miramos un poco lo que estamos haciendo como habitantes de este mundo, es imposible preguntarse ¿en dónde está esa capacidad de razonar para evitar la destrucción de este que es nuestro único hogar?

Estamos acabando con este planeta, estamos acabando lentamente con todo. Tenemos al planeta entero al borde de un colapso, y mientras tanto, a la mayoría de personas pareciera no importarnos. Vivimos sedados, adormecidos, creyendo que tal vez si todo se acaba podremos irnos para otro lugar y volver a comenzar. El único problema, es que no hay más lugares a donde ir.

Este es nuestro único planeta, el único que conocemos, el único en el que hemos sido capaces de vivir. “Es que el hombre ya tiene colonias en La Luna y en Marte y aún no lo sabemos” afirman algunas personas, teóricos de la conspiración en su gran mayoría. Lo cierto es que esto no ha sido demostrado, y si fuera verdad, la realidad es que ir a vivir a La Luna o a Marte, será un privilegio tan solo para unos pocos. Todos los demás seres humanos, tendremos que quedarnos acá viendo agonizar a nuestro planeta.


¿Qué estamos haciendo?

¿Qué estamos haciendo?, ¿qué planeta le vamos a heredar a nuestros hijos, a nuestros nietos?, ¿podrá el ser humano en algún momento enderezar su rumbo y cuidar a esta bola de tierra que llamamos “hogar”?

Las esperanzas no son muchas. Solo un diminuto sector de la población mundial pareciera interesarse por este tema y pareciera querer hacer algo para salvaguardar la vida en este lugar, frente a la indiferencia de la gran mayoría de habitantes, la indiferencia de las grandes empresas, la indiferencia de los grandes gobiernos, la indiferencia de los millonarios, y por último, la indiferencia de cada uno de nosotros a quienes poco o nada nos importa todo aquello que está sucediendo.

Cuando acabemos con el agua, qué vamos a tomar, ¿petróleo?, cuando acabemos con el aire, qué vamos a respirar, ¿gas carbónico?

Lo triste de esta situación, es que a ninguna persona pareciera dolernos de verdad lo que sucede. “Oh sí, el mundo se está acabando”, nos decimos a nosotros mismos mientras arrojamos la basura a la calle.

Nunca antes en la historia reciente de la humanidad nuestro planeta se había encontrado en una situación tan dramática. Creemos equivocadamente que La Tierra resistirá, que sus recursos son inagotables, y que aquí podremos vivir por siempre acabando con todo, pero lo cierto es que nada de esto es así.

Vivimos en un planeta en donde los recursos si bien son demasiados, se agotan cada día más. El hombre ha exterminado en el último siglo más especies animales de las que pudieron haberse extinguido en la última glaciación. El hombre ha contaminado más las aguas y el aire en el último siglo, de lo que jamás pudieron haber estado contaminadas en toda la historia de este mundo.

El panorama es desolador y alarmante, así la mayoría de personas nos escondamos detrás de nuestros teléfonos inteligentes para evitar ver la realidad.

Las grandes potencias mundiales quieren tapar el sol con un dedo y nos dicen que no hay tal calentamiento global, simplemente porque saben que reconocerlo, implicaría tomar medidas en contra de la industria que depreda incansablemente los recursos naturales y que ha sido quien los ha llevado a estar en la cima desde siempre. Es mucho más fácil y económico contaminar y destruir, que buscar la forma de frenar de una vez por todas el enorme daño que estamos causando en nuestra tierra.

Solo por poner un ejemplo, los autos eléctricos que eliminarían por completo la emisión de CO2 en las ciudades de todo el mundo, existen desde la misma invención del automóvil, pero la industria petrolera que favorece la producción de vehículos de combustión interna con motores a base de gasolina y diésel, nunca ha permitido su desarrollo para poder satisfacer la avaricia de unos cuantos que dirigen esta industria y que son los grandes millonarios, dueños de casi la totalidad de las riquezas que existen en este mundo.


La vida vale más que el dinero

Es una lástima que los seres humanos seamos incapaces de entender que vale más la vida que el dinero. Es una lástima que los seres humanos seamos incapaces de vivir en armonía con la naturaleza. La inmensa mayoría de personas, somos incapaces de sobrevivir un solo día sin las comodidades que la revolución industrial y la vida moderna trajeron a nuestras vidas, mientras que los animales, aquellos a los que vemos como inferiores a nosotros, sobreviven sin necesitar absolutamente nada más que su propio alimento. Los seres humanos, por el contrario, no somos capaces de sobrevivir sin necesitar un sinnúmero de cosas que no sirven para nada.

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La vida tal y como la conocemos en este planeta, se sostiene en un frágil equilibrio que en cualquier momento puede romperse por completo. Los bosques de la Amazonía, el pulmón más grande de este mundo, y los otros pequeños bosques existentes en los diferentes continentes, están contaminados con un cáncer llamado “hombre”. Las aguas de los ríos y los océanos que ocupan el 70% de este mundo, están envenenadas con un veneno llamado “hombre”, y el día en que los bosques y las aguas mueran por completo, y que es un día cada vez no muy lejano, todo lo que hemos conocido hasta el momento, simplemente desaparecerá.

Y no es esto un problema religioso o metafísico. No es esto algo que se solucione pidiendo una intervención divina. Este es un problema y uno muy grave, que solo se solucionará el día que los seres humanos realmente nos interesemos por cuidar este lugar en donde vivimos, y entendamos y nos demos cuenta de una buena vez que el dinero, los billetes, las monedas, sencillamente no se pueden comer.

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